
La final de ayer, pasará a los anales de la historia, no porque la ganara un español después de 42 años, que también, sino por el tremendo partido con que nos deleitaron Federer y Nadal. Por la épica, por los dos parones por la lluvía, por acabar casi a oscuras, por el juego de los dos...por eso y por mucho más, una final que será recordada para siempre. Rafa salió a por todas y consiguió ganar los dos primeros sets. La final se le ponía de cara al manacorí, pero el primer parón por la lluvia en el tercer set, con 5-4 en el marcador para Federer trastocó los planes de Nadal. Al español no le vino bien esa pausa. A la vuelta, Roger ganó el tercer set, y el cuarto, justo cuando Nadal estaba jugando peor. Pero si el primer parón le vino mal, el segundo casi que le vino como agua de mayo, nunca mejor dicho. Con el quinto set en marcha, salieron los dos tenistas totalmente concentrados en no perder su saque. El que lo perdiera decía adiós al título. Y lo consiguieron. Con 7-7 en el marcador, Nadal pudo arrebatarle el saque al suizo, gracias a varios errores del número 1. Rafa ya tenía lo que quería, no lo podía dejar escapar. Y no lo hizo. Un error a la red de Federer hizo estallar de alegría al español, a los aficionados, a los príncipes y a su família. Nadal lo había conseguido. Había ganado una final de Wimbledon y contra Federer. Casi nada.
El partido de ayer fue tan memorable, tan épico, que seguro que hizo enganchar al televisor a gente que, probablemente, no hayan visto muchos partidos de tenis. Pero Rafa tiene eso, es un genio, derrocha fuerza y lucha. Y eso contagia a todos. Y encima es buena persona, un chico humilde, cosa que le hace más grande si cabe. Nadal está haciendo crecer aún más el tenis en nuestro país, y eso es muy bueno. Ya no le tenemos miedo a la hierba británica, ni a la pista rápida de Nueva York, ahora podemos con todo. Rafa Nadal con solo 22 años está llamado a hacer historia en este deporte. Mucha más de la que ya ha echo. ¡Rafa, eres grande!
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