
Como he dicho el tercer cuarto fue de Paul. Empezó el mismo con dos triples consecutivos, uno de ellos, además, forzando la falta personal. Fue una manera clara de decirle a los Lakers: "aquí estoy yo". Los angelinos, por el contrario, no se arrugaron y mantuvieron el partido igualado, incluso con ventajas mínimas. Pero lo que pudo ser una desgracia para los verdes acabó siendo el impulso que necesitaban. Pierce sufre un golpe por parte de su compañero Perkins. Dolorido, es trasladado al vestuario con la ayuda de sus compañeros, pero por arte de magia, aparece unos minutos después y sale a la cancha dispuesto a salvar a su equipo. En el momento de la lesión, los Celtics perdían 58-62 y Kobe empezaba a liderar a su equipo. La salida de Paul, aparte de levantar el ánimo del Garden fue un revulsivo para el equipo. Sus dos primeras acciones fueron dos triples que cambiaron el signo del partido, 75-71 para los verdes. No hubo reacción por parte de los Lakers y los Celtics que se apuntaron el primer punto de la final.

Esto no acaba aquí y el domingo ya tenemos el segundo partido, de nuevo en Boston. Partido clave para los amarillos, en caso de irse con un 2-0 en contra sería poner demasiada presión al equipo para los siguientes tres encuentros en el Staples Center.
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